El sapo y la luciérnaga
Pálido reflejo, fría luz de luna,
apagada atmósfera rodea
el verdín oscurecido de la charca.
Cansa el croar del sapo viejo,
ridículas sus ínfulas de seductor
que a nadie alcanzan
De repente una luz de titilar suave
adorna la noche y centra miradas,
acompaña sueños, alegra vigilias
de los pequeños vecinos de la balsa
¿Por qué a todos extasía la luciérnaga?
-se pregunta el sapo mientras que
la envidia lo va envenenando-
¿por qué ella desprende tan hermosa luz?
¡Me roba miradas!
¡Ningún ser debiera
resultar dotado
resultar dotado
con aquellos dones
para mí negados!
para mí negados!
Preso de la rabia,
en un raudo salto halla solución:
en un raudo salto halla solución:
posando su vientre
sobre la centella,
sobre la centella,
su fosforescencia
al mundo ocultó
al mundo ocultó
Mientras agoniza, la víctima inquiere:
Señor sapo, ¿qué os hice?
¿por qué me atacáis? ¿en qué os ofendí?
El ufano sapo quisiera callar,
mas, condescendiente con la luz ahogada,
satisfecho aclara:
¡Brillar!
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